La Luna



El aspecto que presenta la Luna en el cielo cambia continuamente en un intervalo de 29,5 días; es la duración del mes (calendario), que se ha establecido por el tiempo que demora la Luna en completar su ciclo de fases al trasladarse alrededor de la Tierra.

El cambio de aspecto lunar se debe a las variaciones de su superficie iluminada por el Sol. Cuando el disco lunar se encuentra en las cercanías del disco solar no aparece iluminado o sólo brilla un pequeño sector (Luna Nueva); éste irá ampliándose a medida que transcurren los días y se aleja del Sol. En la puesta de Sol y aparecer simultáneamente la Luna, se habrá completado el brillo de todo el disco lunar; entonces se dice que es Luna Llena. Posteriormente, se podrá observar que la sección brillante del disco disminuirá de tamaño y cambiará de forma a medida que se acerca nuevamente al Sol hasta que, en sus cercanías, prácticamente desaparece de la visión (Luna Nueva). De este modo se repite una rutina de transformaciones denominada ciclo de las fases lunares.

Fase de la Luna para
el día de hoy

En las cercanías de la Luna Nueva el disco lunar aparece suavemente iluminado: es la luz cenicienta debido a que la Tierra refleja sobre la Luna la radiación que recibe del Sol.

La Luna es un cuerpo sólido de forma esférica, con un diámetro de unos 3.400 km (que corresponde a una cuarta parte del diámetro terrestre), y con una densidad similar a la de las capas externas de la corteza de la Tierra.

A simple vista, en su superficie se distinguen zonas claras y otras oscuras; con binoculares o con un pequeño telescopio, las regiones oscuras se ven lisas y sugieren haber sido cubiertas por material volcánico, hoy ya solidificado. Son las denominadas marias. Las zonas claras, en cambio, aparecen cubiertas casi en su totalidad por cráteres, que se suponen de impacto. Se aprecian cráteres de una gran variedad de tamaños, inclusive unos superpuestos sobre otros, en número realmente enorme. Uno de los mayores es el bautizado Clavius, de 200 km de diámetro; sin embargo, los más frecuentes son de unos 20 km a 30 km de diámetro. Como consecuencia de la ausencia de erosión en la Luna, los cráteres se conservan tal como cuando se formaron. Un hecho interesante que han mostrado los satélites artificiales que han circundado la Luna, es que la cara no visible aparece cubierta de cráteres, no presentando regiones lisas como los marias.

También hay cadenas de montañas en la cara visible, algunas bastante elevadas (como las terrestres) que se ubican hacia los bordes exteriores de las zonas planas.

El color del suelo lunar depende mucho del ángulo de incidencia de los rayos solares sobre su superficie. En realidad, la Luna es bastante oscura según ha sido confirmado por los astronautas, además de las imágenes recogidas por las diferentes naves que la sobrevolaron. Objetivamente, el color de la Luna es de un amarillo oscuro, similar al de la arena húmeda; el hecho de que la veamos a simple vista tan clara y brillante, se debe sólo al contraste de su brillo con el fondo oscuro del cielo que la rodea.

La mayoría de las piedras lunares recogidas por los astronautas son negras, aunque se han percibido otras de color amarillo y también marrones. Respecto a su naturaleza, el estudio de las piedras indican diferencias notables respecto de la composición de las muestras terrestres, aunque su edad es similar a las más antiguas rocas testrestres.

La Luna no posee atmósfera. Una consecuencia llamativa de ello es que la línea que en su superficie separa la región iluminada de la oscura (llamada terminador) es perfectamente nítida (así se aprecia desde la Tierra). Si tuviera atmósfera el terminador sería borroso, y mostraría un ligero resplandor como el que se observa en los crepúsculos terrestres.

La ausencia de una atmósfera en la Luna es consecuencia de que su masa es menor que la terrestre, y en consecuencia su atracción gravitatoria no alcanza la fuerza suficiente para retener los gases que componen la atmósfera lunar. Si alguna vez existió una atmósfera en la Luna, hace muchísimo tiempo que se disipó en el espacio.

Dos de los movimientos principales de la Luna son: su giro alrededor de la Tierra (traslación lunar); y la rotación sobre sí misma (rotación lunar), con la particularidad de que ambos lo cumplen en aproximadamente el mismo intervalo de tiempo. Como consecuencia de ello, la Luna presenta siempre la misma porción de superficie mirando a la Tierra, de tal manera que la otra cara permanece permanentemente invisible para un observador en cualquier lugar de la Tierra. Por último, el tercer movimiento de la Luna es el que realiza alrededor del Sol, acompañando la traslación de la Tierra (el año lunar coincide, aproximadamente, con el año terrestre).

La Luna ejerce una continua influencia física sobre nuestro planeta: un ejemplo conocido es el fenómeno de las mareas; esto es, la fuerza de atracción gravitatoria lunar produce una leve deformación en la superficie terrrestre, la cual se evidencia por el flujo y reflujo continuo en las aguas de los océanos y mares de la Tierra.

Para un observador ubicado en algún de la Tierra, cercano a un océano, se observará una marea máxima (pleamar); un poco después que la Luna alcance su posición más alta sobre el horizonte. Unas seis horas más tarde se verá una marea mínima (bajamar). La misma pleamar se observará cuando la Luna se halle invisible desde el mismo sitio, ubicada en el punto más bajo por debajo del horizonte (esto sucederá en algo más de 12 horas después de la pleamar anterior). Como resultado final, en el transcurso de un poco más de un día, se tendrá siempre dos mareas máximas y dos mínimas.

Otra acción de las mareas es la variación a largo plazo de la distancia media entre la Tierra y la Luna. Este fenómeno es consecuencia del principio de acción y reacción: la Tierra reacciona al freno impuesto por las mareas, impulsando a la Luna hacia adelante y, por lo tanto, provocando un ensanchamiento gradual de su órbita.

Al respecto, los astronautas de las 7 misiones APOLLO , entre 1969 y 1972, dejaron en la superficie de la Luna varias configuraciones de espejitos que reflejan la luz de brevísimos impulsos láser enviados desde observatorios terrestres. El tiempo de ida y vuelta, multiplicado por la velocidad de la luz, da como resultado la distancia entre el aparato láser y los espejitos en la Luna. Estas mediciones han permitido comprobar que la órbita lunar se "ensancha" unos 3 cm por año.




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